Las redes de lo efímero,
las trampas del antídoto y el muro sin saltar.
El faro tan lejos del mar y el sueño tan inducido
negocian con algo parecido a una falso bienestar.
Lo urgente por sobre lo importante,
la mente por sobre lo desesperante
y el amor por bajo toda amenaza de debilidad.
Asombrosamente
el hombre se vuelca al trabajo
como droga latente
derivando en delirios de narcisismo y libertad.
Este vicio sin vanidad
hace estragos en la gente,
desparramando restos de entes
vacíos de sensibilidad.
Yo me aferro con los dientes,
con la apuesta disidente,
porque hay que ser muy valiente para arriesgarse a amar.