Mis lunares sobre tu pecho
y cada luna en tus manos
que me tumban al acecho.
Mi espalda frente al techo
arqueada por demás,
el aliento estrecho
y el grito en silencio de quien pide más.
La sombra de las curvas mordiendo la banquina;
me inclina.
Las marcas de las uñas curando las heridas;
me anida servida.
Las luces en penumbra y la piel encendida,
el mas íntimo exceso
y el amor que juega a las escondidas...
Así, sin fecha ni guía,
a la vera de otro río,
fuimos dos equilibristas inventándonos la paz.
.
y cada luna en tus manos
que me tumban al acecho.
Mi espalda frente al techo
arqueada por demás,
el aliento estrecho
y el grito en silencio de quien pide más.
La sombra de las curvas mordiendo la banquina;
me inclina.
Las marcas de las uñas curando las heridas;
me anida servida.
Las luces en penumbra y la piel encendida,
el mas íntimo exceso
y el amor que juega a las escondidas...
Así, sin fecha ni guía,
a la vera de otro río,
fuimos dos equilibristas inventándonos la paz.
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