Exageradas inseguridades cotidianas (del Yo trabajando a reglamento)
Pequeña,
reseña quieta de una moneda.
Los hombros encogidos.
Los puños que amenazaban
hoy no se muestran aguerridos.
El coraje parece haberse quedado dormido
y un sueño de aire me deja en vilo.
Me tapo,
me lluevo de nube y frío,
Miro a los costados y todo parece florido,
solo encima mío, una nube pasajera
pinta de gris mi sombra y mi ruido.
Me entrego.
No hay fuerza ni lujo que pueda ofrecer
dentro de mi credo.
Me enredo.
Manoteo queriendo atrapar el agua
que se resbala entre los dedos,
tropiezo entre mis piernas
gambeteando docenas de peros.
El suelo.
Imanta mis venas, las desengancha del cielo
arrastro las palmas de cada baldosa
en que no me veo.
Mi ángel conciencia,
sabia, perversa,
me reconoce en estos días
de mi inseguridad reversa.
Me dibuja en letra chica,
calcitrantes “no debo”
Sentenciados “no puedo”
Resignados “no tengo”
… agacho la cabeza, no ofrezco, espero.
Yo, que a veces soy capa y espada,
de un salto me venció mi propio peso.
La suerte esta echada hasta el alba
Donde me despierte frente al espejo
Donde sentirme insegura hoy,
mañana sea un cuento viejo.
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