sábado, 13 de octubre de 2012

Nudos.

La tormenta pinta rayos en mi cabeza
y una gota helada surca mi sien,
asando los recuerdos que deja el futuro;
crudo, viudo, muerto de entender.
Los dedos desanudan las manos,
los años, los muros,
que se fruncen a los tumbos
cansados de saber.
Y qué si no hay nada que hacer?
Y qué más si menos es ley?
Congresos de esclavos rompen cadenas,
decenas de venas vuelven a nacer
el día que ya no haya miel que amargue la boca,
el día que la derrota sea menester.
Y un viernes azul se tiñe de rojo,
augura un cerrojo dispuesto a ceder;
harto de ver me embarra un ojo
pero un ciego aprende, a fuerza de enojo,
a oír el naranja del amanecer.


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