miércoles, 28 de mayo de 2014

Magdalena.

Cuando digo Magdalena,
me sobra ser puta de cualquier manera
cuando sobran los aniversarios
 y se desarman las camas de buena madera.
Es cuando alcanza el amor que digo Magdalena,
que no solo es cuestión de acortarse las faldas 
o llevarse la marea...
Es que, cuando la nombro, tiemblan las caderas y el corazón
digamos que es decir unión,
ponele que hablo de entrega.
Cuando alojo mis ojos en tu mirada
se alejan la yagas del agua salada,
hay comunión y me encontrás vos,
y no hay colchón que porte más ganas
que las escondidas en sórdidas palabras elevadas en voz
a la velocidad del tiempo.
Y por mil segundos,
recorro en círculos todas las esferas,
todos los mundos son tu estela
que me empeño en descifrar con las aureolas de humo a tras luz;
mientras fumo en señal de la cruz,
rogando que no se me rompa otro espejo.
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