miércoles, 28 de noviembre de 2012

Escribiendo a pedido.

Y  me pedís letras,
y qué más puedo hacer que escribirte en oro,
jugarle una verónica a este toro
que no quiere ser esquivado,
soñando de lado,
como animal enjaulado.
No nos alcanzan las manos,
los credos, los miedos, los llanos,
de esta brutal embestida de adrenalina líquida
que aviva las llamas y apaga el rezago.
Y yo, que a mis amenes no le siguen ya peros,
me cruzo en los dedos que tocan el cielo
cada vez que te ven rodar.
Y yo, que dejé caer el velo,
ya no soy solo testigo ocular,
soy actor y asesino de un crimen letal
que se enreda en mi pelo
se relame en los puntos suspensivos y,
como no sabe de vacíos,
vuelve a empezar 


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