miércoles, 9 de enero de 2013

Tiempo, (o de la cuarta dimensión colgada del azulejo)

El grito del despertador me remolca frente al espejo.

Despeinado desparejo,
le cepillo los dientes a mis primeras canas
que me sorprenden esta mañana
con despertar perplejo.
Me miro con lupa, me atravieso hasta la nuca,

mi belleza se acurruca sin haber previsto
este descubrimiento
De quién es este reflejo?
Apuro las cremas de cutis duro
(cualquier adjetivo menos maduro)
Miro mi reloj externo,
tengo la sensación que duermo
y llego tarde a mi futuro.
Aunque, si me pongo detallista,
contrario a la receta de mi oculista
hoy es mucho mas aguda mi vista.
Leo la letra chica de promesas hedonistas,
veo bien clara a la gente
cuando de nervios ríe,
cuando de miedo miente proyectos en crudo
… y eso es mucho mas duro.
Hay arrugas de algún gallo
que ríe mucho y en exceso
pero veo liso mi entrecejo;
se ve que los enojos que cuento por manojos
dejan menos marcas que los festejos.
Mi balance relicario
que no lleva cuentas a diario
me muestra atónita
frente a esta imagen anacrónica
que sostiene el azulejo.
Después del sorpresivo sacrilegio,
con 3 canas y 2 arrugas positivas,
me hago amiga de mi vida
y de mi otra yo que ahora me mira
con un guiño de cortejo.
La mimo, la pongo linda.
Me miro, me siento digna.
Cual “tan joven y tan viejo” de Sabina,
una mañana mas
vencimos al psicópata del tiempo,
con reflexión, y esa rebelde manía
de poco rubor y cafeína.
.
 
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