Entra como bocanada
el aire viciado de pensamientos;
los siento,
cada pitada encuentra soluciones
que se escapan al exhalar,
como arreglando el mundo en un ademán
con la ansiedad de un niño en la víspera de su cumpleaños.
Esperar es un solitario en paño,
un repicar de uñas en cada mural,
una lucha de diablo y moral
que se acaban por matar
en cada tachada de calendario.
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