Me gusta subirte en escaleras
y, sin temor, mirar hacia abajo.
Me gustan los atajos
pero aprendí que dejan blancos en fajos.
Me gusta el mago aconejado,
que con ofrenda me sorprenda,
y, sin temor, mirar hacia abajo.
Me gustan los atajos
pero aprendí que dejan blancos en fajos.
Me gusta el mago aconejado,
que con ofrenda me sorprenda,
aunque sepa que es un truco...
aunque, para ser bien honesta,
aunque, para ser bien honesta,
más me gusta el retruco,
donde el desafío me extienda
aunque no siempre lo entienda.
Me gusta la cresta cuando la ola se eleva,
Me gusta la cresta cuando la ola se eleva,
y aunque el vértigo enreda
la escalo con salvavidas,
ya sé que los viajes son solo de ida
y no me sobra la suerte;
la escalo con salvavidas,
ya sé que los viajes son solo de ida
y no me sobra la suerte;
todavía no soy tan solerte
como para andar arriesgando la vida...
pero creo, con medida,
que todavía hay muchas salidas
antes de encontrarme irreversiblemente inerte.
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